Obra y vida histórica – 2da entrega: Ciro.

Nombre: Ciro

Apellido: Ambrosetti

Apodos: Hernán, Narigón, hache, etc.

Lugar de Nacimiento: Corrientes Cap, provincia de Corrientes.

Puesto: Lateral derecho, Central derecho

Frase típica: “maasssterrrrrr!!!!” o “Mi nariz por tus bolas”

Para la mayoría de los hombres, el primer contacto con un balón se realiza de muy pibe, casi en una etapa la cual, la vida, está en mera formación, ahí se intenta entrever una zurda prometedora, una fornida pierna derecha o también, se comienza a estimular al niño para que se brinde a una actividad más adecuada a sus condiciones, por ejemplo, el dibujo. El caso de Ciro es diferente, no porque su pasatiempo no debió ser otro, sino que, dicho por él mismo, emprendió su aventura futbolera recién en 1er año del secundario, confesión que ratifica muchísimas cosas.

Con una edad avanzada para abordar cualquier clase de deporte, el fútbol le abrió sus puertas por la misma razón que no se las cierra a nadie, un claro ejemplo de este hecho son los Históricos. Capaz fue este el motivo, por sentirse en deuda con el balompié, que lo acogió, o talvez, confirmando su ingenuidad sobre las demarcaciones y por no ser regordete (si gozase de unos kilos de mas, el arco hubiera sido su distrito), Ciro eligió el puesto más sórdido dentro de los once titulares, el lateral derecho.

Con cualidades futbolísticas en tercer o cuarto plano, se comenzó a caracterizar por su extrema rudeza y acciones de una afectuosa violencia. Pese a contar con pocos años en el fútbol, logro realizar una carrera maratónica con los Históricos, dándose a conocer en varios predios del litoral como un rustico defensor algo carnicero.

Se trata de un muchacho tranquilo fuera del terreno de juego, aunque dentro del mismo ha sido protagonista de diversas jugadas alevosas que implican el riesgo físico. Si D´lessandro tiene la boba, si Saturno te hacía la bicicleta o si Eber Ludueña patentó la pavota, Ciro no fue menos que nadie y registró su jugada fetiche, sin complicarse en el nombre él optaba por realizarla correctamente, y en ver como los dotes creativos de los rivales hacían “crack” ante su efímero planchazo. Jugada tabú por excelencia, la cual puede realizarla de todos los modos posibles, aunque es cierto que jamás descartó, ni le dio la espalda al popular topetazo o al demandado cortito.

Capaz de cometer faltas innecesarias solo para saciar su ira y regocijarse en el dolor ajeno, Ciro, forma parte de una camada de defensores vehementes (como Navar, Pérez Ferro, Martín, Brusso y tantos otros) surgidos del Yapeyu.

A diferencia de los demás, Ciro fue miembro de los Históricos desde sus inicios, se trata casi de un socio fundador, su espíritu combativo dentro del terreno dejó huella no solo en el físico de los adversarios sino también en el prontuario futbolístico. Cuando se le pregunta sobre su “mejor momento” en el fútbol, este entusiasta del gimnasio, no puntualiza algún remate de media distancia que se supo colar en el ángulo, tampoco cuenta que cierta vez haya tirado un caño, que luego levantó una pared para salir jugando desde el fondo, ni que hablar de cuando supo integrar aquel equipo que lo tenía de nieto a su principal rival de curso en 4to y 5to año. Nada de esto, al realizarle aquella consulta, asumió el afán de responder que la cúspide futbolística la alcanzó un sábado por la tarde, cuando levantó por los aires a un ligero wing derecho del conjunto contrario con una feroz plancha a la altura del estomago.

Gozando innumerables condiciones para calar bien adentro de las personas, mas bien, en los mismísimos huesos. Su vocación no tardó en hacerse notar y hoy por hoy ya ha terminado los primeros 5 años de medicina, como no podía ser de otra manera. Si bien no tiene definida aun su especialización dentro de la carrera, nadie puede negar que deleita unas aptitudes envidiables para ser cirujano.

Muchas anécdotas encierran a este amante de la cumbia y Marylin Manson, las que en su mayoría el alcohol aparece como el disparador trascendental. Desde las añoradas noches haciendo “la previa” en el Camba Cua con amigos hasta la vez que supo salir en Buenos Aires con Sider, Lucas y Octavio (muchacho calvo y amigo del Cabezón).

Hoy por hoy, en lo que actividades de ocio refiere, esta abocado al mundillo del gimnasio y del acicalado de su coche, además de malgastar el tiempo con seres de otra galaxia como el Sr. Karata (entre otros).

Un estandarte Histórico dentro y fuera del campo, bautizado por el Sr. Sider como “H. Diaz”, que merodea por las sombras históricas de la banda derecha con la esperanza de que algún tobillo virgen enganche hacia fuera y desglose los conocimientos de nuestro amigo para dejar su estampa.