Vida y obra histórica - 9na entrega: Juan

Redactor invitado: Guillermo Gapel
Retoques de color: Lucariveeelli

Nombre: Juan Gabriel

Apellido: De Bianchetti

Apodos: Patas de catre, la gorda, etc.

Lugar de Nacimiento: Corrientes capital

Puesto: ¿Delantero? Bue….

Frase típica: chascarrillos varios, por ejemplo “Bubba!, bubba… bubbi!” o “Comela!”.

Si queremos empezar el relato de su vida y obra, qué mejor que dar inicio a esta entrega con aquella célebre definición que se dio de él una lúcida noche en casa de peri: "JG no corre, no cabecea, no salta, no pone la pierna ni el hombro, no patea bien con la derecha, tampoco con la izquierda, no lleva la pelota atada y jamás le sale una gambeta, no hace goles ni sabe atajar, no se ubica en la cancha ni lee las jugadas, no contagia entusiasmo.... y encima.... no le gusta ser suplente". Que te toque JG en la elegida es casi como morir dos veces.

Amante del fútbol pero carente del apego que demandaban los entrenamientos del Sr. WC, sucumbió por toda la oferta deportiva que imponía el Instituto Yapeyu, y siguiendo los pasos de otros grosos como Pery o Quarin, las buenas actuaciones lo abandonaron antes de comenzar.

Las vueltas de la vida lo marearon mas de una vez, le provocaron un nudo, él caía y se terminaba rompiendo, lo que se dice un abonado a las lesiones (muchos encuentran razón en sus zancas hechas del mismo material que los catres). Éstos hechos le dieron un empujón mas para tratar de alejarlo definitivamente del deporte, lamentablemente nuestro amigo no se dio por vencido y sigue tuteándose con “la caprichosa”, que en este caso, bien podría llamarse “la maltratada”. Al no encontrar éxito alguno en facetas deportivas, se dedicó, con debatible éxito, al rol de galán juvenil.

Inexistente delantero que gozaba de una habilidad innata: hacer monadas y cargadas simpáticas hasta el hartazgo, gracias a estos hechos alcanzó fama como instigador, cómplice y autor de macabras bromas con destinatarios recurrentes. A cambio recibía, con frecuencia, numerosos golpes que no hacían más que alentar un nuevo chascarrillo, lo que se dice: un masoquista.

En algún viaje al exterior, antes de que la isla esmeralda sea un destino habitual, en una cancha pérdida y mojada por la garúa eterna, supo ubicarse de wing derecho y tirarle un caño a un lateral coreano. Desde aquella fatídica tarde se considera el caniggia morocho y asegura una y otra vez que el DT del equipo rival, impresionado, lo fue a buscar para que se sume a sus filas (aseveración resistida si las hay). La diosa del deporte no le ha sonreído, apenas si la ha dado estos tres segundos de fama en un cuarto de siglo de vida. ¿El coreano al que Juan le tiró el ñoca?, luego de aquel match, el cónsul coreano en Irlanda lo extraditó nuevamente al país de oriente, allí fue torturado mediante descargas eléctricas y aparatos de inmovilización durante mas de 3 semanas, según los escasos datos que pudimos recoger, sigue cumpliendo la condena de 25 años bajo el cargo de “sordera en 1er grado”.

Fantasmal en el verde césped, Juan, otorga el infortunado consuelo de saber que si está en tu equipo, jamás serás el peor jugador del partido (a lo sumo, el segundo peor).

Al llegar el final de los encuentros, durante la tradicional "coca", era puntuado “sabiamente” con una calificación que oscilaba entre 2.84-3.22, y aunque jura que en una tarde gloriosa su desempeño rayó el 3.85, no ha dado pruebas fehacientes de ello y por lo tanto, no se tiene por cierta.

Pese a sus escasas condiciones futbolísticas ha sabido ganarse de manera misteriosa el afecto popular, quizás por su optimismo desmesurado, su aire de galán loser o porque los vagos no valúan la amistad en función del rendimiento deportivo.

Juan Gabriel es una broma, una sonrisa, el gesto pesimista del deporte, es correr el doble si esta en tu equipo, el “no-aguante” a hora de alguna riña callejera y mil cosas más, a pesar de todo, un amigo.